Todos creamos nuestra propia realidad por defecto o por diseño. Eso es una verdad absoluta de la cual nadie escapa.
Si creamos por defecto, estamos creando una realidad que probablemente no es la realidad que nos encantaría vivir. Estamos creando nuestra realidad a través de patrones y programaciones obsoletas y que ya no nos sirven. Estamos creando una realidad que alguien más nos vendió y nos dijo que es la mejor realidad que podemos vivir. Mentira! La mejor realidad que podemos vivir es la que nosotros mismos estamos deseando en este momento.
¿Cómo dejamos de crear por defecto y comenzamos a crear por diseño?
Se requiere intención, consciencia, y práctica.
La intención para decidir o tener la intención de crear una vida mejor. Con la consciencia ponemos atención a lo que está pasando dentro y fuera de nosotros. La práctica de hacer esto día a día es la que nos lleva a crear deliberadamente la vida que en verdad queremos vivir.
Verán, todo ser humano somos una creación. Somos una creación pero también somos el creador.
Nuestra esencia, nuestro ser interior es una extensión del Creador. Ese mismo Creador quien a pesar de que no tiene ni substancia ni forma, está en todas partes. Entonces si el Creador está en todas partes, no hay ningún lugar dentro o fuera del universo donde no se encuentre.
Lo cual quiere decir que si buscas en la partícula más pequeña de nuestro ser, allí está Él. Llegamos a la conclusión de que el Creador es parte integral de nuestro ser.
Sería algo así como atrapar una ola en una cubeta. Si miras dentro de la cubeta, ¿qué tienes atrapado allí? ¿Una ola o el mar? La respuesta es, las dos cosas. ¡No se puede separar la ola del mar!
¡Somos Dios! Eso lo dice lo dice la Biblia cristiana. Pero este concepto es aún más aceptado y entendido en las religiones orientales. Dios, en forma de espíritu creó todo lo que pudo y quiso crear. Pero Dios aún tenía deseo de seguir creando para seguirse expandiendo. Fue entonces que creó al ser humano para que sirviera como vaso o contenedor de su esencia.
Somos pues una extensión del mismo ser supremo portando un traje de carne y hueso. Este traje entorpece nuestros sentidos espirituales. Nos entorpece la conexión con el ser supremo. Por lo tanto, este vaso físico presenta retos que no se encuentran en el campo del espíritu. Y nos presenta nuevas oportunidades para crecer y expandirnos. Es decir, podemos seguir expandiendo la creación original.
Una de nuestras herramientas que traemos para no estar completamente perdidos son nuestras emociones. Nuestras emociones son como una brújula que nos guía constantemente hacia el creador.
Funciona de la siguiente manera.
Somos nuestro cuerpo pero somos más. Somos también nuestra alma. Pero somos aún más. También somos espíritu. El espíritu es lo que llamamos nuestro ser superior o Dios en nosotros.
El ego es nuestra personalidad y nuestra mente racional.
El espíritu nos llama siempre de regreso a la fuente; a nuestro creador. Pero como ya dijimos, nuestra percepción espiritual es muy deficiente. No es para menos porque aparte de que el cuerpo de por sí bloquea gran parte de esta comunicación; hemos bloqueado aún más esta percepción en un esfuerzo por protegernos del dolor.
Desde que éramos niños nuestros padres nos enseñaron a esconder y evadir nuestras emociones. Todo con el fin de que cuando sufrieramos alguna pérdida, separación, o rechazo, no nos doliera tanto. Al ir reprimiendo estas emociones fuimos construyendo una armadura tanto para esconder esas emociones como para evitar que entraran otras. Al construir esta armadura, no solamente bloqueamos las emociones densas sino también las emociones agradables como el amor.
Si en algún momento tenemos la fortuna de darnos cuenta de que esto es lo que ha sucedido en nuestra vida, tenemos entonces la oportunidad de comenzar a quitar cada una de esas capas de armadura. Al hacer eso le damos vida a las emociones que tenemos reprimidas, integramos la lección que nos deja, y vamos también expresando ese amor incondicional que llevamos dentro.
Al ir procesando estas emociones llegamos a un punto en que nos damos cuenta de que ya no necesitamos la armadura. Ya no necesitamos protegernos porque nos damos cuenta de que nadie nos puede lastimar.
Las emociones tienen otra función.
Venimos a esta vida a crear, a aprender, y a crecer. Tomando esto en consideración nos damos cuenta de que hay algo en nosotros que siempre está pidiendo más. Más dinero, más amor, una casa más grande, un mejor carro, etc. Siempre queremos más. Como siempre queremos más, esa es exactamente la base de nuestra expansión y nuestro crecimiento. La ley de atracción siempre nos va a dar más de lo que está en nuestro enfoque, en nuestra vibración.
Precisamente aquí es donde se separan los creadores por defecto de los creadores por diseño.
Vivimos en un mundo dual y por lo tanto todo tiene dos extremos. Todo tiene un ying y un yang. Un positivo y un negativo. Arriba, abajo; blanco, negro; fuera, dentro; etc. Cuando te das cuenta de lo que quieres, también te estás dando cuenta de lo que no quieres. Lo opuesto también funciona. Cuando te pasa algo que no te gusta, automáticamente te das cuenta de lo que sí te gustaría en su lugar.
Lo que pasa con los creadores por defecto es que se enfocan en lo que no les gusta. Se enfocan en lo que no quieren. El universo, el Creador, Dios, no conoce la palabra “no”. Si tú te enfocas en lo que NO quieres, vas a recibir más de lo que dices que no quieres.
Tal vez tú puedas decir, “entonces, ¿porqué cuando pido más dinero, me enfoco en eso y no me llega?”
Por dos razones. La primera es que aunque crees que te estás enfocando en más dinero en realidad tu motivación es el miedo de quedarte sin dinero. O el miedo de no tener suficiente para cubrir tus facturas. No puedes estar en vibración o con miedo de la carencia y recibir abundancia. Lo cual nos lleva a la segunda razón. A veces creemos que estamos enfocados o pidiendo lo que queremos, en realidad estamos enfocados en lo que no queremos. Volvemos a que todo tiene dos polos y tenemos que fijarnos en que polo nos estamos enfocando en la abundancia o en la carencia.
Los creadores por diseño se enfocan en lo que en verdad quieren. Hay dos formas de darnos cuenta en qué polo nos estamos enfocando. La primera es mirar nuestros resultados. O sea, ¿cómo estamos de salud, dinero, o amor? ¿Cuánta carencia o abundancia tenemos en nuestra vida? Esto es un buen comienzo para irnos asesorando pero, para cuando veamos los resultados pues, es un poco tarde para cambiarlos.
La segunda forma de darnos cuenta de lo que estamos atrayendo es darnos cuenta de nuestras emociones. Funciona más o menos así. Deseas algo, decides hacer algo pero, ¿cómo te sientes con lo que estás haciendo? ¿Dónde lo sientes en tu cuerpo? Así es como se comunica el espíritu con nosotros; a través de nuestras emociones las cuales son convertidas en sentimientos que podemos sentir en alguna parte en nuestro cuerpo.
Entonces haces algo para adquirir lo que deseas, sientes lo que te causa esa acción y luego miras el resultado. Cuando a causa de repetir este ejercicio te da el resultado que buscas, procuras repetir esa acción o más bien ese sentimiento. Con la práctica vas agudizando ese sentido. Vas desarrollando lo que llamamos el sexto sentido que no es otra cosa que esa confección, esa comunicación con el Espíritu. Así vas convirtiéndote más y más en un creador por diseño en vez de seguir creando por defecto.
En cuanto deseas algo, ya lo creaste. Todas las cosas son creadas dos veces. La primera creación es vibracional. Es la idea, el deseo. La segunda creación es la manifestación en forma material. Lo que nos evita manifestar más cosas es el hecho de que no estamos satisfechos y agradecidos con el proceso de creación. Y es que la creación conceptual es muy importante pero es sólo el comienzo. Lo que normalmente sucede es que en vez de estar contentos y satisfechos por haber recibido ese deseo nos vamos al otro extremo y nos sentimos incompletos por haber deseado algo y no poder tocarlo.
¡Aquí está el secreto! Si podemos agradecer y estar satisfechos, no con lo que miramos físicamente sino con el proceso de la creación, entonces ese hecho de estar agradecidos y emocionados y expectantes y satisfechos con lo que estamos creando, nos lleva a la alineación. Eso eleva nuestra vibración y acelera la manifestación de lo que deseamos ver en nuestra realidad física.
En otras palabras. Como humanos pensantes tenemos la costumbre de enfocarnos en lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Pensamos y hablamos de ello con la escuda de que “¡hay que ser realista y esa es la realidad!” Cuando esa realidad es agradable, nos beneficia mucho enfocarnos en esa realidad. Hablar y pensar en esa realidad. Disfrutarla y sacarle todo el jugo. Así estaremos creando y manifestando más de eso que nos agrada. Pero si esa realidad es desagradable, pensar y hablar de ella sólo hará que recibamos más cosas desagradables. Es aquí donde podemos aplicar nuestro libre albedrío para pensar y enfocarnos en algo diferente a lo que está pasando. Pensar en pensamientos felices. Aquí es donde digo yo, si no te gusta el universo donde vives, construye tu propio universo. Un universo ideal en el que si te agrade vivir. ¡Qué importa que la gente te diga loco!
Creo que la mayoría de la gente prefiere ser realista, miserable e infeliz que un loco feliz.
Veamos por qué se siente tan desagradable cuando estamos contribuyendo o co-creando algo que se siente desagradable.
Ya dijimos anteriormente que todo lo que creamos lo creamos dos veces. Lo creamos cuando lo deseamos y lo creamos cuando lo manifestamos.
Nuestro espíritu o “yo superior” disfruta mucho todo el proceso de la creación. Cuando deseamos algo nuestro yo superior ya lo está disfrutando. Pero aquí es donde nos separamos de nuestro yo superior. Nuestro ego nos aconseja que no seamos tontos. Nos dice que en realidad no tenemos nada hasta que lo miremos manifestado físicamente. Cuando escuchamos y seguimos el consejo del ego, nuestro “yo” que está anclado a este mundo baja de vibración y se separa del “yo” superior que aún sigue vibrando alto. Esa disonancia es la que nos hace sentir mal. Entonces nosotros le pedimos a nuestro “yo” superior que baje de vibración para estar otra vez sincronizados y sentirnos mejor, pero lo mejor que puede hacer nuestro “yo” superior es mantener esa vibración alta para que nosotros podamos encontrar nuestro camino de regreso a esa vibración. Cuando sintonizamos de nuevo esa vibración alta de nuestro “yo” superior, nos volvemos a sentir felices y es allí donde encontramos el reino de los cielos.
Teo D. Martinez
310-989-1314