Hoy te quiero compartir una historia a ti que quizás en este momento por alguna razón sientes que tu mundo se derrumba, o que simplemente tu vida ya no tiene sentido.  En esta historia te darás cuenta que si lo decides y lo eliges encontrarás algo que le dé un sentido nuevo a tu vida a pesar de todo.

Luciana mi hija nació en enero del 2019, hace apenas 2 años, y sus primeros 15 meses de vida los vivió en una forma “normal” como la mayoría de los niños viven en una familia donde tiene como compañeras a 2 hermanas mayores.

Yo soy Rocío, la mamá de Luciana. Te cuento que cuando ella estaba por nacer yo había tomado un permiso en mi trabajo como sobrecargo de aviación para dedicarme en tiempo completo a mis 3 hijas. En diciembre del 2020 aprovechando que Luciana ya iba a cumplir 1 año, hice una lista de propósitos de año nuevo donde escribí que yo quería retomar mi trabajo, para mí era un sueño regresar a trabajar porque me gusta mucho lo que hago. Ahora entiendo que nosotros hacemos esas listas de propósitos sobre lo que deseamos y finalmente todo es como Dios lo dispone, las cosas son como tienen que pasar.

Así que al comenzar el año 2021 me llamaron para trabajar de nuevo, todo iba bien. Mis hijas estaban cuidadas por mi familia. El 17 de abril del 2021 estando de viaje recibo una llamada donde me notifican que Luciana había tenido un accidente muy fuerte, se había quemado casi todo su cuerpo con leche caliente.

Yo llego al Centro Médico de Guadalajara donde la tenían, ya le habían hecho un aseo quirúrgico, la habían pasado a piso, pero el piso de pacientes “quemados” lo convirtieron en área para personas infectadas de COVID, así que a Luciana la tenían en un área que la habían adaptado para pacientes con quemaduras, pero no tenía ni el clima, ni los aparatos o instrumentos necesarios para atenderlos en forma adecuada y los enfermeros no estaban capacitados para este tipo de situaciones.

Un día mi hija tuvo mucho dolor, en esos momentos estaba siendo cuidada por su papá, porque a él le tocaba cuidarla de día y los doctores le administraron morfina. Cuando llegué por la noche mi hija se veía como ida, creemos que se les pasó la dosis. Luciana se quejaba mucho, se revolcaba, se veía muy inquieta. Yo fui hablar con el doctor del área y me decía que él estaba solo en toda esa área y que no tenía tiempo de ir a verla. Le insistí como 4 veces y solo me decía que le iban a dar cierta medicina además de la morfina pero no hacían nada más por ella. A Luciana le tuvimos que amarrar literalmente las manos porque era tanta su desesperación que se arrancaba pedazos de su piel quemada. Estaba muy mal.

Por fin en la mañana siguiente llegó una doctora le dije lo que pasaba y ella rápido fue a llamarle a los de terapia intensiva para que vinieran a verla. Vinieron a revisarla y en una revisión de solo 10 minutos me dijeron que a mi hija la tenían que entubar porque estaba chocada, que tenía una falla múltiple de órganos y que si no la entubaban en ese momento se podía morir. Entonces en ese momento la entubaron, después salió un doctor a decirnos que la niña estaba en un estado muy crítico que le hubiera encantado llegar antes pero que nadie le había avisado. Y ahí me sentí muy mal porque yo había pedido que la vieran, pero nadie me había hecho caso.

Se la llevaron a terapia intensiva, estuvo 24 horas, pero a las 8am le dio un paro cardíaco que duró 4 minutos, le pusieron epinefrina y otros medicamentos que hicieron que las puntas de los dedos de las manos y los pies se le secaran, en esas partes no alcanzó a llegar la sangre y por eso se le secaron, esos pedazos se le fueron cayendo poco a poco; los dedos de los pies los perdió todos y los de las manos solo quedaron en pedacitos. En esos momentos yo me sentía muy mal, con coraje, tristeza, desesperación. Fueron momentos muy fuertes para mí.

Todo el tiempo en esa área me daban las peores noticias, hasta que uno de los doctores me preguntó que si tenía seguro de gastos funerarios porque ella iba a fallecer; yo sentía que me volvía loca, solo me decían que mi hija iba a morir, afortunadamente mi hermana y toda mi familia me apoyaron mucho. Incluso muchísima gente oraba por mi hija, movió tanta gente que hasta personas de Miami y de muchos lugares pedían por ella.

Para mí el hecho de que Luciana está viva me da mucho orgullo. Recuerdo que hablé con Luciana cuando ella estaba entubada, donde ella había pasado días de mucho sufrimiento y dolor. Le dije “Hija nadie te ha visto como yo te veo, todos quieren que te quedes, pero solo yo te veo y sé por lo que estás pasando, te veo muy mal. Dios me ha dicho que tengo 2 opciones: llorar y amargarme porque veo que tú te puedes ir o aceptar que te puedes ir y todavía tengo que ser feliz y salir adelante con tus hermanas, Él dice que es algo muy fuerte, muy difícil, pero si me pasa lo voy a poder vivir”.

(Ahí sentí que yo aceptaba por primera vez lo que estaba viviendo, fue como una rendición). Continúe con Luciana “hija si tú te vas te prometo que yo voy a estar bien, pero si te quedas te prometo que te llevo hasta el fin del mundo para que te recuperes. Tienes que elegir”. Y Luciana siguió en su batalla.

Cuando Luciana tenía 3 días en terapia intermedia me hablaron de la Fundación MICHOU y MAU, cuya presidente es la Sra. Virginia Sendel, porque una amiga les pidió ayuda. Los de la fundación me dijeron que Luciana sí era candidata para trasladarla en un avión al HOSPITAL SHRINERS PARA NIÑOS TEXAS ubicado en el campus del Centro Médico de la Universidad de Texas en Galveston, pero los del Centro Médico de Guadalajara no quisieron trasladarla, no querían darnos la autorización, el jefe de cirugía plástica dijo que él se encargaba del caso de Luciana cuando ellos no tenían ni el equipo, ni los instrumentos, ni el espacio adecuado para atender a mi hija. Yo les dije que mi hija se iba porque se iba a Texas, ahí en el Centro Médico le estaban haciendo procedimientos muy delicados, no sabían lo que estaban haciendo, todo el tiempo me daban malas noticias. Estuve insistiendo muchísimo a todos, yo creo que ya me veían en todas partes porque nunca dejé de insistir que me dejaran llevar a mi hija a Texas. ¡¡Y un día lo logré!! Me hablaron de la Fundación Michou y Mau para decirme que al día siguiente iban a ir por mi hija a las 6am y que yo tenía que estar lista para irme con ella. ¡Nos llevaron al Hospital Shriners en Galveston, Texas en un avión de la marina, en cuanto llegamos al hospital le cambiaron todo el tratamiento, todo el vendaje, todo todo completamente, me sentía muy contenta de tener a mi hija ahí, porque vi un cambio total! Ese hospital es el mejor del mundo para atender pacientes con quemaduras, era una dicha verla ahí. ¡La esperanza volvió a mí!

No obstante, esos días en el hospital Luciana tuvo sus altas y sus bajas, estuvo muy delicada. Un día por fin despertó, la veía mejor, le empezaron a dar sus terapias de rehabilitación, el doctor autorizó que le quitaran el tubo para respirar porque era peligroso que lo siguiera teniendo, ya que tenía como 2 meses con él.

Hasta la tercera vez que intentaron quitárselo Luciana pudo respirar por ella misma y que su sangre tuviera buena oxigenación.

A Luciana le enseñaron otra vez a comer, a caminar, a volver a reconectarse como un bebe porque había perdido toda su movilidad, tuvo daño cerebral del lado izquierdo de la parte de abajo, pero nada serio, le hicieron muchos estudios de su cabeza y todo se ve como que está normal. Estuvimos en Texas 2 meses.

Este hecho nos cambió la vida a todos en la familia, por ejemplo, mis otras dos hijas, que también son una parte importante, se tuvieron que adaptar a verla llegar dada de alta pero que al mismo tiempo todavía está en recuperación, no me la dieron al 100%, sufre de comezón, se desespera, llora y mis hijas tienen que adaptarse a esa parte de verla “sufrir” por momentos.

Hemos vuelto a Texas por situaciones de emergencia que han surgido en sus dedos, le han dado terapia de láser y le ha ido muy bien. Su estado de ánimo ha cambiado, ya está más contenta. A mí me dan sesiones de terapia por medio de una psicóloga para ir entendiendo más esta situación, me dicen qué les puedo decir a mis otras 2 hijas, cómo tratar incluso a Luciana, entendiendo que tiene que hacer su vida normal como cualquier otro niño de su edad. Lo más difícil para mí es ver lo que las personas dicen al verla que no tiene los dedos, las quemaduras graves no se le ven porque las tapa la ropa, pero están en un 40% en su cuerpo, pecho, abdomen espalda y muslos.

Ahora después de todo esto que hemos vivido solo me queda decirles a todos que vivan y disfruten su día a día, no dejen para después esas cosas especiales para usar. Vivan aquí y ahora. No sientan culpa de hacer lo que les gusta hacer. Yo no siento culpa de haber estado trabajando cuando sucedió el accidente, porque entiendo que eso pudo haber pasado inclusive si yo estuviera con ella. Yo vivo con alegría porque mi hija está aquí, estoy agradecida con lo que hay en mi vida y con Dios.

Luciana ahora ha vuelto a caminar sin necesidad de prótesis, come y juega con sus hermanas. Estamos viviendo el día a día. Todos me dicen que ella es un milagro porque aquí en Guadalajara ya no me daban esperanzas. ¡Ella es mi Luciana! ¡Gracias hija por volver a ELEGIR y decir sí a la vida a pesar de todo!