La ley de atracción es una herramienta poderosa que tenemos a nuestra disposición. Pero como toda herramienta, en manos de quien no la sabe usar, se convierte, en el mejor de los casos, en algo que no funciona.
¿Cuántos de nosotros quienes creemos conocer la ley de atracción la aplicamos según se nos prescribe pero no obtenemos ningún resultado o los resultados son pocos y esporádicos?
Hoy quiero compartir con ustedes algo que me ha tomado 15 años para aprender.
Para mí la mayor lección de la ley de atracción me llegó a través del libro y la película de Rhonda Byrne, El Secreto.
La verdad es que aplicar la ley de atracción se ve muy fácil. Sólo tienes que pensar en lo que quieres, y lo que quieres te tiene que llegar.
Para los que sabemos andar en bicicleta, o conducir un automóvil, esas son tareas fáciles. Pero cuando estás aprendiendo a andar en bicicleta o estás aprendiendo a conducir, se requiere mucha concentración porque para el principiante esas tareas son muy difíciles.
Así mismo la ley de atracción es un concepto muy fácil si ya puedes conseguir con facilidad todo lo que deseas. Para los que no estamos allí, vivimos con la duda de que en realidad funcione la ley de atracción. Y si funciona, tal vez hay algo, un paso, algún ingrediente que estamos omitiendo.
Si no te está funcionando la ley de atracción, la razón es muy sencilla y se describe con una sola palabra. ¡Resistencia!
Desde que tenemos uso de razón, afinamos todos nuestros sentidos para poder detectar lo negativo en cada situación. Esto es un mecanismo de defensa ya que si siempre esperamos lo peor, cuando nos llega lo peor no nos puede sorprender. Esta costumbre nos causa una resistencia enorme. Sin darnos cuenta, en lugar de pedir lo que queremos disfrutar, pedimos, por miedo, alejarnos de lo que no queremos.
Hagamos la prueba. Si les pregunto, ¿Qué es lo que en realidad desean? ¿Cuántas cosas se les vienen a la mente de lo que NO quieren? Ya no quiero ser pobre. No quiero estar enfermo. No quiero vivir solo. No quiero morirme de una enfermedad dolorosa, etcétera.
Es precisamente ese miedo a recibir lo que no queremos lo que nos evita recibir lo que si queremos.
Es obvio que si ya sabemos que el problema es la resistencia, la solución sería, eliminar esa resistencia.
La manera más rápida y efectiva de eliminar la resistencia es aprender a hacer nada.
Otra de las creencias que traemos desde niños es que tenemos que trabajar para adquirir todo lo que queremos. Con este fin, nos pasamos la vida esforzándonos para todo. Y es que siempre queremos ser el mejor en todo lo que hacemos. Si no el mejor, cuando menos no el peor.
Para sentir que estamos ocupados en algo constructivo, todo lo que hacemos lo estructuramos. Comenzamos con una meta, después forjamos un plan para alcanzar esa meta. Aun cuando estamos jugando y divirtiéndonos es con el objetivo de ganar y hacer que el otro pierda. Lo que les estoy queriendo decir es que siempre nos estamos esforzando. Por lo regular, el esfuerzo también crea resistencia.
Es pues una muy buena idea aprender a hacer nada. A permitir que nos llegue lo que nos tiene que llegar. Mientras nos está llegando lo que nos tiene que llegar, nuestra tarea es observar y agradecer. Con esto no estoy diciendo que debemos dejar todo lo que estamos haciendo y ya no hacer nada. Hay que recordar que casi nunca es prudente hacer cambios drásticos.
Este cambio se tiene que hacer poco a poco.
Resumo este paso en estas pocas palabras: Observar más y hacer menos.
El siguiente paso es controlar los pensamientos.
Debido a la forma en que fuimos creados y las creencias que heredamos, es más fácil y natural contemplar pensamientos negativos que pensamientos positivos. Los pensamientos negativos nos mantienen en una vibración baja mientras la mayoría de las cosas que queremos está en una vibración alta.
Pocos nos hemos dado a la tarea de tratar de controlar nuestros pensamientos. Simplemente dejamos que nuestros pensamientos sean dictados por nuestro mundo que aparentemente es malo y pecaminoso. Como ya estamos pues, predispuestos a mirar primero lo negativo, también las cosas que nos pasan son malas. Pero aclaro, no es que el mundo y las cosas que nos pasan sean malas. Es más bien que así lo hemos juzgado nosotros mismos.
Si decidimos que de ahora en adelante vamos a poner más atención y a observar lo que nos está pasado, observemos también lo que estamos pensando. Aquí de nuevo activamos el primer paso de hacer nada. Solo observar y aceptar lo que estamos pensando.
Entre más observemos nuestros pensamientos, nos daremos cuenta de que nuestros pensamientos siempre traen otros pensamientos similares. Así pues, si estamos pensando algo negativo, el siguiente pensamiento va a ser negativo y el que le sigue también. Y el que le sigue a ese. Lo bueno de esto es que si estamos pensando un pensamiento positivo, el siguiente pensamiento también va a ser positivo, y el que le sigue también. Hay veces que pasamos tanto tiempo enfocándonos en un pensamiento negativo, un pensamiento de victimismo, que nos ponemos de un humor horrendo. Cuando llegamos a este punto, por muy expertos que seamos para introducir un pensamiento nuevo y diferente, lo más probable es que no lo vamos a poder lograr. Estamos de muy mal humor y nada ni nadie nos va a hacer cambiar de humor. En ese caso lo mejor que podemos hacer es dormir, o meditar, o salir a caminar o correr. Aquí nuevamente volvemos al primer paso de hacer nada.
Hay que eliminar la resistencia primero. Si no eliminamos la resistencia, no podremos cambiar de estado de ánimo. Una vez se haya eliminado la resistencia, se puede intentar introducir pensamientos positivos. Algo que puede ayudar mucho a subir la vibración es recordar algún acontecimiento agradable en la vida.
Recomiendo que tengamos a la mano tres o más recuerdos que podamos repasar o activar cuando necesitemos elevar la vibración.
Estos son los pasos más elementales. Los más básicos. No se trata de crear una estructura. Ni siquiera se tienen que ejecutar estos pasos en orden. Estos son simplemente elementos, herramientas que a mí me han ayudado mucho. Espero que a ustedes también.