Una de las más grandes lecciones que yo he aprendido es a reducir el uso de la pregunta ¿cómo?

No sé si es parte de nuestra naturaleza humana, pero según mi observación, la mayoría de la gente, por no decir todos, insistimos en saber cómo. Cada vez que alguien nos da alguna sugerencia, lo primero que preguntamos es, ¿y cómo voy a hacer eso?, ¿eso cómo se hace?

¡Nos encanta que nos den “Los siete pasos para meditar más profundamente”! o bien, “Tres técnicas para encontrar tu alma gemela,” o “Los siete pasos del duelo.”

¿De verdad? ¿Quién dijo que son siete pasos? Y ¿qué si tú lo quieres hacer en veinte pasos? O tal vez lo quieres hacer en dos pasos. O mejor aún, tal vez no quieres molestarte en contar los pasos.

Lo que debemos recordar es que entre los casi ocho billones de personas que hay en el mundo, no hay ninguna copia. Todos somos originales. Todos tenemos que encontrar nuestra propia forma de hacer las cosas. Lo que funciona para mi no funciona para ti. Lo mejor que los maestros y gurús del mundo pueden hacer es compartir su experiencia propia. Quizás dentro de sus experiencias encontramos nosotros inspiración para tomar lo que dijeron, cambiarlo un poquito por aquí y un pequeño ajuste por allá y así podemos comenzar a “inventar” nuestra propia forma de hacer las cosas. Pero siempre “a mi manera”.

Entonces cuando insistimos en que se nos den instrucciones detalladas, estamos bloqueando nuestra propia inspiración.

¿Cuántos de nosotros hemos intentado seguir fórmulas sólo para encontrarnos con un frustrante fracaso? ¿Cuántos de nosotros hemos pagado para que alguien haga su mejor esfuerzo para obligarnos a seguir una fórmula? Y muchas veces los resultados han sido mucho menos de lo que esperábamos. Terminamos sintiendo que perdimos tiempo y dinero en una experiencia frustrante y estresante.

Una de las mayores razones por las que queremos instrucciones detalladas para todo es porque somos muy flojos para pensar. Obvio que no estoy hablando de ustedes que están leyendo esto. Ustedes están buscando información para evaluarla y formar su propia opinión.

Pero en mi opinión, la mayoría de la gente preferimos que nos den cucharaditas de información para no tener que pensar mucho. Si no me creen, solo miren a su alrededor.

¿Cuántas personas saben separar la verdad de la opinión cuando miran las noticias? Miramos algo en las noticias o en las redes sociales y lo compartimos como si fuera la verdad absoluta. Cuando lo único que tenemos que hacer es detenernos a pensar un poco y nos daríamos cuenta de que lo que estamos escuchando no tiene sentido.

Conforme vamos aprendiendo y vamos abriéndonos camino en nuestro crecimiento personal, nos va a llegar información. A veces detallada. A veces fragmentada. Pero en vez de pedir instrucciones detalladas de cómo dar el siguiente paso, intentemos encontrar nosotros mismos la forma de dar ese siguiente paso. Al fin de cuentas, toda la información la puedes encontrar dentro de ti. Y lo mejor que puede hacer alguien más es ayudarte a encontrar esa información dentro de ti.

En mi vida en particular me he dado cuenta que siempre he buscado a alguien que me solucione mis problemas. No sé si sea algo que solo a mí me pasa por la forma en que me criaron mis padres.

De pequeño, cualquier problema que yo tuviera, mis padres me lo solucionaban. Si tenía hambre, ellos me daban de comer. Ellos me solucionaban la vida incluso antes de que se convirtiera en un problema.

Al ir creciendo, mis necesidades fueron aumentando y tuve que buscar otros que me solucionaran mis problemas. Si me dolía algo, el doctor me daba algo que me quitaba el dolor. Si sentía culpa, el cura me daba algo para que no me sintiera culpable. Pero cuando quiero aplicar ese mismo método ahora que ya crecí, no me funciona. Mejor dicho, aplicar ese método a nuestro crecimiento emocional y espiritual, no funciona. No puedes leer un libro o escuchar a alguien por muy sabio y elocuente que sea, y esperar que sólo con leer o escuchar va a cambiar tu vida. No existe una “píldora mágica” que te haga más sabio.

Es necesario permitir que la información entre dentro de nosotros. Es necesario que nos adueñemos de esa información; hacerla propia y empezar a aplicar esa información en nuestra vida.

No se requiere ningún esfuerzo. Es simplemente abrirte a la información, mirar dentro de ti para ver qué hay dentro de ti que puede ser tocado o cambiado con esta información, y ya. Al hacer esa conexión, algo dentro de ti se empieza a mover, se empieza a ajustar y poco a poco y sin pensarlo vas cambiando. Te vas transformando hasta revelar en tu exterior ese ser de luz que eres en tu interior. Para esto no hay fórmula, ni técnica, ni método, ni pasos. Esto es un trabajo desde adentro de tu ser. ¡Y tú sabes cómo hacerlo!

Teo D Martínez
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