Ya estamos cerca del fin del año y este es siempre un momento oportuno para reflexionar. Hacer un balance de lo que se hizo, de lo que salió mal y de lo que hicimos bien, es parte del aprendizaje del año.
La mayoría de nosotros, en diciembre de cada año festejamos y festejamos. Lo hacemos con los amigos, la familia, los compañeros de trabajo, con el vecino y con todo aquel que quiera celebrar el año que cierra y brindar siempre por un año mejor.
Pero, más allá de los deseos, y de los brindis de fin de año ¿cómo podemos hacer para que el año que empieza sea mejor?
En la India enseñan cuatro leyes de la espiritualidad. Se dice que si este texto llega a nuestras vidas es porque estamos preparados para entender que nada cae en el lugar equivocado.
Les propongo usar estas leyes como herramientas útiles para pensar, a través de ellas, en el balance de este año. Y, especialmente, ver qué podemos hacer para que el año próximo sea aún mejor que el que se acaba.
Las 4 leyes de la espiritualidad
- La primera ley dice:
“La persona que llega es la persona correcta”. Significa que nadie llega a nuestras vidas por casualidad. Esta ley afirma que todas las personas que nos rodean están allí por algo. Todas. Aún las que nos complican la vida. Aun las que nos molestan. Todas están en nuestras vidas por algo. Están allí para hacernos aprender y avanzar en cada situación. A veces para aprender a poner límites. Para definir qué queremos y qué no. Por algún motivo llegan y permanecen en nuestras vidas. Y seguramente seguirán hasta que sea necesario.
- La segunda ley dice:
“Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido”. Esta ley significa que nada, pero absolutamente nada de lo que sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera. Ni siquiera el detalle más insignificante. Esta ley afirma la perfección de cada instante. Nos haya gustado o no. No existe: “si hubiera hecho tal cosa… hubiera sucedido tal otra…”. No. Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así para que aprendamos esa lección. Todas las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas.
La cuestión es no amargarnos ni arrepentirnos de lo que hicimos. Lo hecho, hecho está. Y es esa nuestra oportunidad de aprender. Si no nos gustó lo que hicimos es momento de aprender a actuar de otra manera. Depende de nosotros no tropezarnos dos o tres veces con la misma piedra y tomar el camino correcto.
- La tercera ley dice:
“En cualquier momento que comience es el momento correcto”. Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después. Eso significa esta ley. Que siempre se puede empezar y que es ese el momento correcto para hacerlo. Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.
Siempre, siempre se puede empezar algo nuevo. Siempre es ése el momento perfecto para hacerlo. Ya sea un estudio, una relación, un nuevo trabajo, etc. Nunca es tarde.
No hay que tener miedo a empezar algo nuevo. Ni pensar: ya es tarde, ya soy grande, etc. Cada instante es una oportunidad.
- Y la cuarta ley dice:
“Cuando algo termina, termina”. Simple. Lo que se acabó se acabó. La ley nos recuerda que es necesario aprender a aceptar las conclusiones. Las cosas concluyen. Se acaban. Antes o después todo se acaba.
No es bueno quedarse aferrado a algo que ya terminó. Esta actitud nos detiene. Nos impide apreciar lo que comienza o puede comenzar. Si algo terminó en nuestras vidas es mejor dejarlo, seguir adelante y avanzar.
Quedar aferrado a una situación que ha terminado sólo causa tristeza, nostalgia y desolación.
Aceptar los finales es un arte. Saber decir, esto terminó. Ya no es para mí. Se acabó. Y poder reiniciar. Reiniciarse. Es un arte la cuarta ley de la espiritualidad.
Es necesario no caer en procesos de tristeza y depresión por lo que ya no es.
El desafío es apostar por lo que sí es. Por lo que empieza. Por lo que nace.
¡Te sigo invitando a HONRAR A TU VIDA, DICIENDO SÍ A LO QUE ES!
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LES DESEAMOS A USTEDES FELIZ AÑO NUEVO 2022!